Recién llegada a Salamanca y sin tener mucho que hacer decidí aprovechar los pocos rayos de sol para salir y pasear por el campo. Siempre que llego a Salamanca una especie de nostalgia se apodera de mi y me hace volver a sitios, rincones especiales y significativos y llenarme de esa energía especial que desprenden. Uno de esos sitios mágicos es mi antiguo hogar, la casa donde me crié. Es increiblemente bonita, y un paraíso para cualquier niño/a con imaginación y ganas de jugar.
A continuación dejo una selección de fotos para mostrar el encanto que reina en los jardines.
La primavera aquí siempre es especial, me recuerda a mi infancia, a mis juegos... Mi mente se ve atropellada por recuerdos e imágenes que van surgiendo a cada paso que doy, en cada esquina, en cada mirada a lo lejos…
Todo ha cambiado, y todo sigue igual.
Una naturaleza pura y salvaje demuestra en cada rincón quién es la verdadera dueña de estas tierras.
Sigue corriendo el agua, las enredaderas cuelgan por doquier, y el más fresco e intenso olor a verde impregna el ambiente recreando con ello una especie de escenario fantástico de bosque de cuento…
En este privilegiado escenario jugué horas y horas creyéndome hada, princesa, mamá o aventurera.
Sí, todo ha cambiado y todo sigue igual.
Cerezos, almendros, ciruelos en flor... sin ninguna duda junto a las rosas y amapolas son las flores de mi niñez...
Millones de recuerdos...
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